domingo, 1 de mayo de 2016

El pueblo francés contra la troika. Por Ezequiel Volpe

Durante los últimos días, Francia se ha visto envuelta en un conflicto de grandes dimensiones que involucra a gran parte de su pueblo trabajador. La furia contra el gobierno de François Hollande se ha apoderado de las calles parisinas y el movimiento obrero reclama por sus derechos, otrora consagrados.

Los franceses decidieron salir a las calles. La propuesta de reforma laboral llevada a cabo por el gobierno “socialista” del Presidente Hollande ha causado un absoluto rechazo en el pueblo galo. El proyecto de ley de reforma laboral es una grave afrenta hacia los derechos de los trabajadores en el país del glamour.
Sin embargo, el deleznable proyecto no es obra de una mente contraria a los intereses populares a cargo del Ejecutivo, sino que obedece a las instrucciones recibidas desde Bruselas, sede de la Comisión Europea. La troika permanece a la ofensiva, y es evidente que en el gobierno de Hollande encontró un aliado estratégico para aplicar sus políticas tendientes a la impunidad empresarial.

Y no es casual el último término empleado en el párrafo anterior: “impunidad empresarial”. No es casual ni mucho menos, ya que en gran parte es eso lo que prevé la reforma laboral en ciernes en tierras galas.
Según ha publicado hace pocos días el diario “El País” de España, el proyecto “admite los despidos colectivos, con indemnizaciones rebajadas, por dificultades económicas de las empresas”. 

Sin ningún lugar a dudas, esta cláusula planteada tiene la significación indudable de entregar un cheque en blanco a cualquier empresario de mala fe que busque desprenderse de sus trabajadores para asegurar las inmensas ganancias que puede llegar a obtener la empresa abaratando costos. Claro está, siempre desde la triste perspectiva de que un ser humano es un costo…

Es en este contexto que el pueblo de Francia decidió salir a la calle para poner un freno a este avasallamiento. Se puede afirmar sin hesitar que, sin la preocupación y participación de los ciudadanos franceses, la troika no tendría ningún problema en seguir aplicando su plan de flexibilización laboral y miseria.

Igualmente, los franceses no serían los únicos afectados por las políticas que ha decidido llevar adelante la dirigencia europea para dominar a los países que componen la UE. Anteriormente, las garras de la troika ya se habían posado sobre países como Grecia o España, que se vieron sumergidas en la miseria económica a la cual se ingresó por medidas de esta índole.

No es casual que los griegos se encuentren en un ciclo de endeudamiento permanente, del cual no tienen posibilidad alguna de escapar debido a las extorsiones llevadas a cabo por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
Cuando Alexis Tsipras, de Syriza, asumió el control del gobierno en el país helénico, su intención primera fue cesar en el pago de la deuda externa que ataba (y ata) de cabo a rabo a Grecia. Esto se evidenció con un referéndum que fue noticia a nivel mundial. En el mismo, las opciones fueron las ya olvidadas “Nai” y “Oxi”, refiriéndose estas a la afirmativa o a la negativa por ceder antes las presiones de la troika, respectivamente.

Aquel referéndum tuvo como resultado la negativa del pueblo griego a sostener el pago de los compromisos de deuda adquiridos por anteriores gobiernos tecnócratas (lógicamente, muy afines al FMI).

Sin embargo, en esa ocasión las extorsiones de la troika fueron infalibles: Grecia estuvo a punto de quedarse sin liquidez debido a que las autoridades europeas no le enviaban dinero por obra de la insubordinación a las políticas económicas coercitivas.
En esta coyuntura es que finalmente el Primer Ministro Tsipras terminó cediendo a la presión y finalmente se mantuvo dentro de la esfera de control de la burocracia europea, adquiriendo un nuevo empréstito para financiar por enésima vez la deuda usuraria que seguirá teniendo atado al pueblo helénico de pies y manos. En Grecia, todo deja entrever que será cuestión de tiempo para que una nueva crisis ataque al país, ya que las recetas del FMI siguen siendo las mismas: la idea de la subordinación eterna. Esto será tratado con mayor profundidad en notas venideras.

Por otro lado, tenemos a España. En la anterior nota de este sitio pudimos ver cómo el país ibérico es gobernado por el Presidente Mariano Rajoy, otro alumno de honor de la troika.
Y como buen alumno que es, el señor Rajoy ha aplicado en los últimos años en España la misma receta que no obtuvo buenos resultados en ningún lado. O por lo menos, en el bolsillo de ningún trabajador.
Hoy en día, en la Madre Patria alrededor del 50% de los jóvenes permanecen desempleados, generándose una situación que no se aleja de las características reinantes en el resto de Europa.

En este contexto regional es que se enmarca el intento de reforma laboral propulsado por la troika en Francia. Y al igual que sucedió en Grecia y España, las políticas económicas dominantes han tenido como contrapunto resistencias férreas que buscaron evitar la pérdida de dignidad de las clases medias y bajas.

Así las cosas, en Francia está apareciendo un gran movimiento que en los últimos días se ha enfrentado en reiteradas ocasiones con la policía que responde a Hollande. Este movimiento guarda enormes similitudes con el del 15 de mayo de 2011 en España (los indignados) o con las manifestaciones en Grecia que derivaron en la aparición de Syriza y su posterior irrupción en el poder.

En los últimos tiempos, Europa está viendo el nacimiento de movimientos políticos que –más allá de sus luces y sombras- están apareciendo como reacciones al hartazgo común de las clases medias y bajas europeas contra el sistema político y económico reinante.
Así, en los últimos tiempos hemos visto la aparición de Podemos y de Ciudadanos en España (aunque este último sea neoliberal), la ya mencionada aparición de Syriza en Grecia o la irrupción de sectores de centro-izquierda en el gobierno de Portugal.

Es en este marco regional donde debemos analizar entonces las pujas en Francia entre los sectores del pueblo trabajador y la casta dirigencial que permanece subordinada a la troika y su esquema de miseria que no para de extenderse por el antiguo continente.

Los resultados posibles en Francia –aun ante el temor de caer en un mero binarismo- entonces serían dos: 1) el fortalecimiento de la troika y de sus políticas de ajuste o 2) el nacimiento de una nueva corriente en el país galo, que guarde similitudes con las de otros países europeos, la cual tenga su fuente en el hartazgo popular.

Por todos estos motivos entonces, se puede afirmar sin ambages que lo que está sucediendo en Francia puede llegar a ser fundamental para el rumbo económico que tome Europa en los próximos años. Se están viviendo momentos trascendentes, y sin dudas, el futuro es una incógnita.

Desde este espacio, las conclusiones deberán ser las siguientes: en primer lugar, es menester que los sucesos se lleven a cabo sin ningún tipo de violencia, respetándose la libertad de expresión de todos los sectores y absteniéndose el Estado Francés de usar la represión contra los manifestantes (algo que lamentablemente ya ha sucedido, dando origen a varias escaladas).
Y en segundo lugar, ante todo este conflicto, es fundamental respetar la primacía de la dignidad humana. Y en este sentido, hay una conclusión a la que se parece arribar por antonomasia: las políticas económicas de la troika no hacen más que obliterar esa tan añorada y amada dignidad. 


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